La historia del Camino de Santiago se remonta al siglo IX, cuando un monje de nombre Pelayo declaró que, en medio de un bosque, cerca del monte Libredón, aparecieron estrellas y se oyeron voces angelicales. El obispo ordenó investigar el lugar y así se descubrió una tumba con los restos del apóstol Santiago. Después de escuchar esta noticia, el rey Alfonso II ordenó la construcción de una capilla en honor al santo y viajó extensamente desde Oviedo, convirtiéndose en el primer peregrino de la historia de Santiago.

A lo largo de los siglos, los peregrinos emprendían el Camino partiendo desde sus hogares: dictaban testamento, dejaban el trabajo, a sus seres queridos, y durante meses, tal vez años, a pie o a caballo se dirigían a la ciudad del Santo Apóstol para cumplir votos o penitencias. Hoy en día, las motivaciones pueden no ser tan diferentes de las antiguas, aunque en las últimas décadas la moda de «hacer el Camino» ha alterado profundamente el espíritu religioso de otros tiempos, convirtiendo al Camino de Santiago en un fenómeno mundial; es fácil encontrar en sus distintas rutas personas de todas las nacionalidades, y no sólo europeos. En los últimos años se estima que más de 200.000 peregrinos han llegado cada año en Santiago.

Hay creyentes y no, cristianos y personas de otras religiones, lo que caracteriza a todos es el deseo de vivir una experiencia que permite encontrar la verdadera naturaleza del hombre, el fondo de su corazón, de su alma…